domingo, 27 de febrero de 2011

Celebrando los carnavales

Quién no ha sido partícipe de la alegría que se vive en los carnavales con los coloridos pasacalles, vistosas yunsas o cortamontes, cantos y danzas que hacen participar a grandes y pequeños. Y es que a diferencia de la capital peruana, muchos de los pueblos del interior del país celebran con júbilo y majestuosidad una fiesta costumbrista producto del contacto de dos culturas distintas la occidental y la indígena. Una sugestiva mezcla de lo místico y lo profano.

Y es que los carnavales se celebran en el campo y en la ciudad. Se inicia una semana antes del miércoles de ceniza (según el calendario religioso) y en gran parte del país conserva una similar estructura festiva. Su celebración conlleva toda una planificada coordinación, poniendo en marcha un sistema de reciprocidad y de compañerismo como la conformación de comparsas de danzas interpretada por los barrios e instituciones locales a fin de competir y hacer alarde de sus mejores bailes y cantos, sin olvidar claro está de las vestimentas y disfraces para el evento. Los mayordomos o alferados de la fiesta además de coordinar las comparsas, se hacen cargo de la alimentación para estos días. Exquisitos potajes festivos: como el sancochado o puchero muy difundido en Cajamarca,  la patasca, papas y choclos de la primera cosecha del año, preparados en grandes ollas. Las chichas de maní y de jora infaltables para amenizar la fiesta. También se comparte las frutas.

Las frutas como las manzanas y membrillos, según la cosmovisión de algunos pueblos andinos tienen relación con la reproducción[1], las mismas que durante los juegos forman parte del cortejo de enamoramiento donde los jóvenes solteros juegan a lanzarse estos frutos, especialmente con aquella persona de quien se está interesada. El responder el llamado es sinónimo de aceptación (pueblos de Tambobamba – Apurímac).  Con estos frutos, además de bizcochos, caramelos, plátanos y choclos se decoran a manera de collares las cruces de los pueblos.


Siguiendo la tradición, durante los días festivos en el campo se celebra los jueves de compadres y comadres donde se lleva el marcado o tinka del ganado a los cuales se les coloca unas cintas satinadas; es una costumbre que los ahijados visiten a los padrinos y también a los compadres acompañen esta ceremonia. En el sur del país, la gente acude a los corrales tocando las quenas para alegrar la tarde, mientras se dirigen al campo van echando en el camino flores y  alcohol (sierra de Moquegua). En la ciudad, también se afianzan las relaciones sociales, compadres y comadres hacen votos de compromiso.

Los payasos, capitanes u otros personajes como el Ño Carnavalón son parte de la fiesta, las coplas como las de Cajamarca entusiasma a los participantes, sobretodo a los jóvenes quienes juegan con agua, pinturas y talco. Y es que el carnaval es alegría, afianza los lazos sociales … pero también debe llevarnos a reflexionar cada vez que se pretenda cortar los árboles para armar las yunsas y cuando en las ciudades costeras donde es escasa el agua, no se haga un mal uso de estos elementos.



Para quienes están interesados en conocer sobre esta festividad, son conocidos los carnavales de Ayacucho (Huamanga), Apurímac (Abancay, Andahuaylas), Cajamarca (en la capital regional y Namora), Huancavelica (Lircay), Arequipa, Junín (Jauja), Huanuco, Puno (Juliaca), entre otros. 

 Lircay te invita a pasar los carnavales que se inicia este sábado 5 de marzo. Cuenta con hospedajes, restaurantes, servicio telefónico e Internet, señales de celular Claro y Movistar. Información turística en la Municipalidad Provincial de Angaraes – Lircay.

Reservaciones: Hostal – Restaurant Manolo’s. Teléfono (067) 369445.
Ruta de viaje: Lima – Huancayo (de preferencia tomar el bus por la noche)
                        Huancayo – Huancavelica (6:00 am salida del tren Macho) o buses
                        Huancavelica – Lircay (2 horas de viaje). Bus

Para los que se encuentran en Ica, cuentan con servicio de bus directo a la ciudad de Huancavelica.


[1] Las frutas forman parte de las ofrendas entregadas a la pachamama, cortadas a la mitad y esparcidas con q’oa y dulces. Una vez cortadas, el interior de la fruta guarda una similitud con el órgano sexual femenino, simbolizando la reproducción, es decir, con esta entrega se pretende que abunde los alimentos.   

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